En un día como ayer, en Santiago de Chile, un hombre al cual yo quiero y yo veníamos de regreso a mi casa luego de un día largo y frío en vísperas de invierno. Entre juegos infantiles, hubo un solo gesto que me incomodo, y por mejor le hice el comentario de que no siguiera haciendo eso, pero no encontré mejor resultado que sin previo aviso, sin pensar días antes que ésto pasaría así, decide terminar con el largo tiempo que llevábamos juntos de forma tan estricta que hasta incluyó devoluciones de todo aquello que le pudo pertenecer al otro... yo sin poder entender la causa... determiné no obligarlo a que me dijera lo que realmente pasaba... mal que mal si él lo quiso así por algo debe de ser. Detengo el bus cerca de calles de mi casa, y con un dolor profundo me resignaba a dejarlo ir de una vez, odiarlo porque nunca me dijo lo que pensaba y odiarme por ser una pésima adivina. De paso tirando mis sueños de tener mi propia familia, mis motivos por los cuales vivir... todo aquello que creía...
Cruzo la avenida y él cruza también... él se dirige hacia el sur igual que yo, pero de rabia yo cambio hacia el norte... camino sin parar hasta que su brazo me toma para detenerme... a pesar de mi odio de mi furia... fue capaz de abrazarme, darme un beso y pedir perdón. Prometiendo que se la jugaría por mi y que si algo le fuera a molestar lo diría...
Aún sigo sintiendo miedo de todo. Especialmente de él. Nunca me ha levantado la mano, nunca ha hecho un ademán de amenazas, pero sólo basto ése cambio para romper en pedazos todo lo que quería. Se ha convertido en alguien que no sabe lo que quiere.
Se ha transformado en un indeciso, en alguien en quien no puedo confiar ciegamente. Conservo la esperanza de que madure, pero, el dolor no pasa... no quiere estar tranquila mi alma... a pesar de que lo amo... Tengo miedo de que sólo haya bastado ése desafortunado momento para matar definitivamente todo lo que yo pude amar...
...siento como mis pensamientos son garabatos ridículos de mi mente...
...solo siento...
Sandra Jorquera